TESTIMONIOS SOBRE EL Dr. DIE GOYANES

POR EL DR. LUIS CABAÑAS NAVARRO

MAESTRO Y AMIGO

Dr. Luis Cabañas Navarro, ex-Jefe de Sección de Cirugía Hospital Ramón y Cajal hasta 2014


Conocí a Alfredo Die en Mayo de 1977, recién tomada posesión de una plaza de Médico Adjunto de Cirugía General y Aparato Digestivo en el Hospital Ramón y Cajal. Fue mi Jefe y "MAESTRO" desde ese momento y manifiesto el término maestro con la mejor significación del mismo usado para aquellos cuya obra ha trascendido después de su muerte. Es cierto que coincidimos en el 12 de Octubre durante 1974, año en el que yo comenzaba mi formación MIR y Alfredo Die era Jefe de Sección de Cirugía General pero no trabajamos juntos pues yo rotaba en Cirugía del Aparato Digestivo.

A partir de ese momento realmente comenzó para mí el conocimiento de la auténtica cirugía oncológica, especialidad tan poco conocida y desarrollada en la mayor parte de los países de nuestro entorno. Alfredo había estado formándose en esta disciplina en el Memorial Sloan-Kettering de New York aunque su ascendencia quirúrgica (padre y abuelo) había hecho una importante impronta en su devenir.

Transcurría una etapa aciaga en el tratamiento del cáncer pues especialidades como la quimioterapia y radioterapia apenas estaban desarrolladas y con escasos medios a su alcance. Prácticamente era la cirugía la única disciplina que intentaba contener y a veces curar la enfermedad.

Entre los muchos valores que puedo ensalzar de él era su gran y estimada relación con sus discípulos. Recién incorporado al servicio recuerdo que me invitó a un curso de cirugía de cabeza
y cuello en el que era ponente junto a su amigo y organizador el Dr. Tuca Barceló, otro gran cirujano oncológico. Me encontré incluido en el posiblemente más importante grupo de cirugía del cáncer y que era referencia en todo el país recibiendo pacientes del resto de España.

Creó un servicio con doce miembros en cuatro secciones además de los MIR, en el que aprendí técnica quirúrgica y diversas cirugías que nunca pensé que fueran posibles. Su profuso conocimiento de la anatomía, exéresis y reconstrucción así como de la biología tumoral hizo que cada caso, en la mayor parte grandes recidivas, fuese abordado con la intención de la mejor paliación y supervivencia posibles. Podría hacer una relación extensa de las múltiples cirugías aprendidas con él, muchas de ellas de larga duración, pero haré mención solo de las más desconocidas como una resección del temporal por un carcinoma basocelular multirecidivado.

O una amputación traslumbrar (hemicorporectomía) por un carcinoma pélvico multicéntrico, intervención de las que solo existen dos casos en nuestro país y ambas realizadas por el mismo equipo.

Sin olvidarnos de las múltiples cirugías de los sarcomas (hemipelvectomías, hemipelvectomías internas o parciales, sacrectomías, amputaciones interescapulotorácicas, cirugía de las metástasis pulmonares después de un detallado estudio del tiempo de duplicación celular de las mismas), de los melanomas con colgajos e injertos realizados por los mismos miembros, etc...

Todavía conservo su tesis doctoral leída el 10 de julio de 1972 y calificada con sobresaliente: Las grandes amputaciones en la cirugía del cáncer: Estudio crítico de la hemipelvectomía y la amputación interescapulotorácica en el tratamiento de los tumores malignos de las extremidades.

Sin conocer a los pacientes, dichas cirugías podían ser vistas como una aberración pero no había posibilidad de otro planteamiento y lo que es curioso contaba con el agradecimiento de los enfermos tras su realización. En un homenaje en el Congreso Nacional de Cirugía tras su jubilación, le escuche pedir a Dios con lágrimas en los ojos el no tener que volver a practicar ese tipo de intervenciones quirúrgicas.

Alfredo fue un gran defensor y promotor de la oncología multidisciplinar por lo que creó distintas
sociedades como la de Cirugía de Cabeza y Cuello, la de cirugía oncológica posteriormente llamada Oncología Quirúrgica (SEOQ) y que tuve el honor de presidir, la Federación Española de Sociedades de Especialidades Oncológicas (FESEO); siempre con la intención de un diagnóstico precoz del cáncer y ayudados por el desarrollo de la quimio y radioterapia, conseguir un mayor
número de control-curaciones del mismo. Fue impulsor por el mismo motivo de las unidades de Mama, Sarcomas y Melanoma en el hospital Ramón y Cajal.

Esto condujo a conseguir una cirugía más conservadora y supervivencias incrementadas y con menor coste anatómico.

Desde un punto de vista personal era un gran ser humano, de fácil amistad y entregado a su profesión, a sus enfermos y a la mejora de la asistencia. El aprendizaje a su lado me ha ayudado en toda mi vida profesional continuando parte de su quehacer una vez que se jubila en 1997. Como amigo tuve el placer de conocer a su esposa e hijos, uno de ellos continuador de su trayectoria quirúrgica. También de conocer su molino en Guadalajara del que disfrutaba cuando tenía tiempo libre. Además era un gran lector y amante del arte. Es decir, una persona envidiable.

Podría seguir enumerando múltiples facetas profesionales y personales de Alfredo Die pero creo que no son necesarias para valorar a dicho personaje como una gran figura de la medicina española del siglo XX.

Por otra parte y cuando estaba escribiendo esta aportación al homenaje en vida de Alfredo, me informan de su fallecimiento por esta pandemia que se lleva a tantas grandes personas. Mi pesar no me deja seguir escribiendo.

ALFREDO DIE MAESTRO Y AMIGO

DESCANSA EN PAZ